Quién podría haber imaginado que en un país que se precia de proteger los derechos ciudadanos, como Estados Unidos, se iba a remover y arrastrar sangrando a un pasajero de un avión, David Dao, que había pagado su ticket, tenía un asiento asignado y había sido autorizado a embarcar.
Pablo Halpern
08 de junio del 2016