En el estudio realizado por el Centro de Familias Empresarias del ESE Business School de la Universidad de Los Andes y la Asociación de Empresas Familiares (AEF) participaron 442 encuestados entre el 19 y 27 de agosto. El estudio estuvo a cargo de Jon Martínez, director del Centro Familias Empresarias, y de la investigadora de la misma entidad, Carolina von Hausen. Pulso La Tercera Domingo destaca que los principales resultados generales de la consulta, figura que el 75,9% del total de las empresas no ha dejado de funcionar ni temporal ni permanentemente, pese a la pandemia. Entre las restantes que sí lo hicieron, las principales razones fueron que pertenecían a un rubro no esencial (41,9%), por la caída de la demanda (30,5%) y por la seguridad de sus colaboradores (25,7%). No obstante, lo anterior, no significa que hayan estado exentas de dificultades. De hecho, un 77,4% reporta caídas en sus ventas y de ese grupo, en el 24,4% de los casos el descenso fue superior al 50%. También un 63,3% señala que ha tenido pérdidas este año como porcentaje de las ventas.
Frente a ello, han hecho cambios en la estrategia de negocios en la operación, como fortalecer el área de ventas (33,1%) y modificar la gama de productos o servicios (31,5%), entre otras. La crisis también ha significado cambios en el trabajo de los directorios, dando cuenta de reuniones más frecuentes (34,2%) y un mayor involucramiento en la gestión del día a día (28,1%). En cuanto al impacto de la enfermedad misma entre sus trabajadores, un 54% de las empresas señala que ha tenido contagiados con Covid y un 11,8% ha debido lamentar el fallecimiento de alguno de sus colaboradores.
Para efecto de esta encuesta, las compañías familiares son aquellas donde el control de la propiedad yo administración está en manos de una familia, mientras que por control se entiende como la capacidad de tomar las grandes decisiones estratégicas de la empresa, no importando si se tiene o no la mayoría de la propiedad. Del total consultado, el 74,7% son empresas familiares y el 25,3%, no familiares. En términos de resultados diferenciados, se observa que las firmas familiares reportan un poco más de problemas de caja (38,2%) que las no familiares (33,3%). Ahora, ambas han enfrentado esa dificultad mayoritariamente reduciendo gasto y luego tomando créditos de corto plazo, en un 43% en el caso de las familiares y 31,3% las no familiares. También las familiares han hecho uso, en mayor proporción, de las ayudas y facilidades otorgadas por el Estado, como postergación del pago del IVA y créditos Fogape. Sobre las medidas más generales para sortearla pandemia, tanto las empresas familiares como las no familiares en su mayoría han reducido jornadas laborales.
Como segunda opción, las empresas familiares han tenido que despedir en una mayor proporción (42,3%) trabajadores, frente al 30% de las no familiares. Jon Martínez explica que, en general, las empresas familiares son menos propensas a endeudarse que las no familiares y tienden a cuidar más a sus trabajadores, “sin embargo, en esta ocasión, dada la gravedad de la crisis, se han visto obligadas a hacerlo”. Precisa que esta situación se debe a que las empresas familiares han estado más expuestas a la crisis, ya que sus negocios están más relacionados con construcción, comercio o hotelería, los sectores más afectados por la pandemia.
Otro ítem que aborda la encuesta es cómo se han afectado las inversiones de las familias empresarias. Un 70,5% dice que se han detenido o reducido, y un 50,2% declara que está pensando en invertir en el exterior.
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