Ha cambiado la percepción del liderazgo. La antigua idea de que un individuo genere resultados por sí solo (“líder heroico”) mostrando un camino a seguir, está siendo cada vez más ineficaz y contraproducente. El ejercicio de liderazgo es hoy un asunto más de colaboración y equipos que de un perfil determinado. Menos aún, en estos tiempos, el liderazgo no ha de ser entendido como un tema de poder, sino de un facilitador para avanzar en soluciones creativas y adaptativas.

Ha cambiado el contexto. Los ciudadanos, clientes, consumidores son conscientes de los cambios en la sociedad actual, los cuales se asocian a derechos y obligaciones sociales anteriormente invisibilizadas. Los colaboradores de la empresa no están ajenos a estas transformaciones sociales. La inclusión ya no es percibida como un acto de buena voluntad, sino como un imperativo social que debe gestionarse de manera profesional y de excelencia. Han cambiado los objetivos.

El éxito de la empresa se interrelaciona hoy con objetivos más allá de la utilidad. Temas medioambientales, sociales, de derechos de las personas y de gobernanza (ESG), empujados por las demandas de los distintos grupos de interés y la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, conforman los nuevos estándares a medir y alcanzar por parte de las organizaciones.