Fue -a ojos de sus protagonistas- la década más compleja para el empresariado. Los escándalos de colusión, el caso La Polar y el financiamiento irregular de la política calaron hondo, minaron las confianzas y profundizaron la sensación de abusos en la ciudadanía. La mirada hacia el sector privado cambió, se deterioró. Hoy, mientras las startups generan un aire nuevo, las grandes compañías intentan ponerse a tono.
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