La ética privada o pública es posible en la medida en que haya instituciones. Así como las empresas requieren gremios, universidades u otras organizaciones que avalen sus estándares morales de profesionalismo, de la misma manera la actividad política requiere de instituciones políticas que fijen estándares, seleccionen a los mejores y sean capaces de sancionar las malas prácticas. La crisis ética del país en materia política es, en este sentido, una crisis institucional.
Descargar archivo para seguir leyendo.
Javier Pinto
18 de septiembre del 2021