Durante los últimos años hemos visto una creciente preocupación de la opinión pública por los conflictos de interés. Diversas iniciativas legislativas y nuevas organizaciones sin fines de lucro (como Chile Transparente, Empresas B o la Asociación de Ética Empresarial y Organizacional, entre otras) han puesto el acento en la necesidad imperiosa de mejorar los estándares ético-profesionales tanto del sector público como del privado. En este sentido, podemos sostener que se ha avanzado en una conciencia social más aguda en materia de la importancia de las buenas prácticas y ello, aunque es un avance, no implica que todo esté bien y que no haya mucho más que hacer. Al contrario, todavía quedan algunos desafíos institucionales urgentes.
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Javier Pinto
27 de noviembre del 2021