Cuando las distintas fuerzas políticas sacan cuentas electorales sobre sus probabilidades de mantenerse o acceder al poder, bien vale la pena preguntarles ¿para qué desean detentarlo?, ¿para qué quieren gobernar?, ¿qué Chile esperan encaminar en un horizonte de 30, 40 o 50 años o más? Este cuestionamiento no es ocioso, pues el cortoplacismo político, centrado en la pura contingencia y la reyerta pequeña, ha terminado por dejar al país sin propuestas de largo plazo, esto es, sin un proyecto nacional.
Descarga el archivo para seguir leyendo.
Álvaro Pezoa B.
05 de noviembre del 2024