A propósito de la corrupción y el relativismo moral, tan lamentablemente presentes hoy en Chile, parece relevante efectuar algunos alcances respecto al nexo existente entre la ética, la sociedad y el gobierno. La ética es el vínculo primordial -para algunos el único- de cohesión social. No lo es el dinero, el lenguaje, la educación, etc., porque esas realidades se pueden usar bien o mal, y quien distingue entre el bien y mal uso es la ética. La clave del crecimiento de la sociedad es el desarrollo ético, sencillamente porque entre los diversos niveles del tener, el más alto es la virtud, ya que es el que más perfecciona a la persona en su esencia, concretamente en su voluntad, que es la potencia que más puede ser activada por ella.
Ahora bien, la virtud se adquiere sobre todo en sociedad. Por tanto, el hombre no se puede desarrollar fuera de ella. Para él, la sociedad es condición no solo de viabilidad sino de perfeccionamiento. Sin ética no hay buena sociedad y difícilmente habrá hombres rectos.
Nadie es nativamente ético, porque todo ser humano nace con una voluntad que es "tabula rasa", es decir, que carece de virtud. Por tanto, como tempranamente percibieron los grandes filósofos griegos, el fin de la sociedad es que cada uno de sus miembros llegue a ser más virtuoso. Pero como eso dependerá de la libertad de cada persona, la sociedad debe organizarse de modo que se favorezca la adquisición de virtudes e impida la consecución de vicios.
Descarga el archivo para seguir leyendo.
Álvaro Pezoa B.
24 de septiembre del 2024