El Enade 2024, realizado el jueves 25, deja de manifiesto algunos rasgos muy típicos de la dirigencia de la sociedad chilena y, particularmente, de su sector empresarial. Más allá del siempre valorable esfuerzo anual por reunir a los principales líderes políticos y empresariales del país y generar una instancia común para presentar posiciones y establecer cierto diálogo, esta reunión de la alta dirección suele dejar poco o nada en limpio. Morigerados discursos ad hoc, mensajes esperanzados, llamados a hacer lo obvio (que no se está realizando), alguna broma preparada con ánimo de distensión, un poco de glamur, saludos, fotos. No está mal, es mejor que nada, todavía más en tiempos de profundo desencuentro político-social, en el contexto del actual Chile "crispado".
Qué decir de las declaraciones entre los asistentes, in situ o inmediatamente posteriores a la actividad: salvo excepciones, mostrarían ir "miel sobre hojuelas". En fin, primacía del buenismo a costa, por supuesto, de la difuminación de la verdad.
En la instancia, el Presidente se desdice para mostrar su interés por efectuar reformas políticas imprescindibles, esta vez, claro, sin condicionamientos estrictos. El público parece caer en éxtasis por el notable giro exhibido (¿nunca le han visto otros?). Ahora sí las cosas parecen comenzar a enrielarse para dar posibilidad al tan anhelado crecimiento económico, extraviado hace rato del escenario nacional. ¿Todos más contentos ahora?
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Álvaro Pezoa B.
29 de abril del 2024