Según el siquiatra Victor Frankl, el ser humano busca de forma innata el sentido y propósito en la vida, incluso en las circunstancias más difíciles. Así, las personas buscan dar sentido a las decisiones y actividades de su día a día, donde el trabajo no es la excepción. Según un estudio de McKinsey (2021), el 70,0% de los trabajadores estadounidenses afirmaba que su sentido de vida se define por el trabajo.
Se ha encontrado que el sentido del trabajo es incluso más importante para los colaboradores que otros aspectos que se habían creído centrales para retener talento, como salarios, compensaciones, oportunidades de promoción, etc (Bailey y Madden, 2016; Lysova et. al, 2023). Por otro lado, desde hace unos años, se ha visto que la búsqueda de un sentido o propósito laboral puede ser crítica a la hora de disminuir las intenciones de dejar la empresa y las actitudes de quiet quitting (McKinsey, 2021).
Desde la academia, se ha buscado definir lo que es un trabajo con sentido. Según Martela y Pessi (2018) este se entiende como "la experiencia subjetiva de lo existencialmente significativo y valioso que las personas consideran su trabajo" (Martela et. al, 2021, p.1). Es decir, un trabajo con sentido es aquel en que las tareas realizadas se alinean con los valores y el significado de la vida del colaborador, lo que da una sensación de autosuperación y realización personal.
Dada esta definición, parece desafiante lograr que todos los colaboradores de una organización definan que su trabajo está lleno de sentido al ser esta una percepción bastante subjetiva. Sin embargo, nuevos descubrimientos en las ciencias administrativas entregan luces sobre cómo puede una organización aumentar la probabilidad de que sus trabajadores tengan esta buena experiencia a nivel laboral, dado los beneficios que esto supone.
María José Bosch, María Paz Riumalló, María José Urzúa
28 de diciembre del 2023