En el año 2019, la Organización Mundial de la Salud, ha decidió dar un giro a este concepto, desde una perspectiva de funcionalidad. Así, se indicó que la década 2020-2030 sería la del envejecimiento saludable. Este se define como el desarrollo y mantención de la capacidad funcional en edades avanzadas que hagan posible el bienestar. Ahora bien, la capacidad funcional se compone de varias dimensiones. En primer lugar, la capacidad intrínseca de la persona, es decir, la combinación de sus atributos físicos y mentales. En segundo lugar, el entorno en el que habita sea este físico, social y político. Finalmente, como tercera dimensión, se toma en cuenta la interacción entre la capacidad intrínseca y el entorno (OMS, 2019).
De esta manera, se migra desde un concepto de desarrollo de potencial social, a uno que se enfoca en mayor medida en preservar la capacidad funcional de las personas, de manera que puedan interactuar saludablemente con su entorno físico y social. Sin embargo, la disrupción que provocó la pandemia del COVID-19 puso un punto suspensivo a este trabajo. Más aún, demostró como la capacidad funcional de las personas mayores y su posibilidad de interactuar con el entorno están íntimamente relacionadas.
María José Bosch, María Paz Riumalló, María José Urzúa
13 de septiembre del 2022