Imagine dos empresas: una tala indiscriminadamente un bosque milenario para maximizar sus ganancias del trimestre; otra apuesta por la reforestación contemplando las próximas décadas. Este brutal contraste ilustra la encrucijada que enfrenta el mundo empresarial: privilegiar la rentabilidad inmediata o apostar por un futuro sostenible. En este contexto, la reciente campaña de Copec, "no más cortoplacismo", emerge como un llamado de atención necesario y valiente desde el propio sector empresarial.
El cortoplacismo, tendencia a priorizar resultados veloces sobre beneficios duraderos, es una pandemia silenciosa que debilita las bases sobre las que construimos nuestro futuro común. Mientras Copec aboga por "forjar un mundo para las futuras generaciones", otras empresas permanecen atrapadas en la lógica de metas financieras trimestrales. Un ejemplo paradigmático en la dirección opuesta es Tesla, que sacrificó rentabilidad durante años para desarrollar tecnología de vehículos eléctricos, enfrentando críticas constantes de analistas financieros obsesionados con los resultados próximos. Hoy, su visión está transformando la industria automotriz.
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