La honestidad es una virtud escasa, lo que se hace aún más evidente durante los procesos electorales. Por eso mismo, la prensa ha hecho un gran aporte verificando los dichos de candidatos y líderes de opinión. El chequeo ha permitido constatar que mayoritariamente se hacen afirmaciones falsas o casi falsas, lo que ha llevado a que al menos en temas de cifras haya ahora mayor preocupación por acercarse a la verdad, evitando quedar como mentirosos. ¿Pero qué pasa con las afirmaciones no verificables, aquellas que buscan crear una cierta imagen o defender lo que parece más atractivo al público? En ese ámbito estamos llenos de falsedades, es casi un sello nacional, una mayoría dice "pequeñas" mentiras todo el tiempo. Lo que es peor, el que escucha las mentiras, en general sabe que lo son, e igualmente las recibe sin chistar, ya que seguramente continuará en el mismo tono, diciendo cosas que no piensa ni cree, pero que resultan convenientes en el momento.
María Cecilia Cifuentes
30 de noviembre del 2017