Había que avanzar en que no se disfrazaran gastos como ahorro y en incentivar el ahorro de los trabajadores, pero no a través de castigar el crecimiento de las empresas. Subir la tasa del impuesto a las empresas no equivale a hacer pagar a los ricos, ya que ese tributo a la empresa no sólo lo pagan sus dueños, sino también sus trabajadores y consumidores, producto del efecto en precios de bienes, salarios y contratación. Es muy importante que en el nuevo proceso de reforma tributaria que se avecina se conjuguen de mejor forma las necesidades de simplicidad, eficiencia y equidad.
María Cecilia Cifuentes
13 de abril del 2018