Egresado del PADE 2015 y actual ESE 100, Enrique es ingeniero agrónomo y MBA de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Hace más de 20 años que dirige Capital Trade, una empresa de comercio exterior. Sin embargo, hace algunos años una experiencia de vida lo transformó y lo llevó a crear la fundación Crecer y Sanar, dedicada a la prevención del suicidio juvenil.
Cofundaste junto a tu esposa la fundación Crecer y Sanar. ¿Cómo surgió la idea de crear esta fundación?
Nace hace algunos años atrás porque con mi señora ayudábamos a una prima hermana de ella a terminar sus estudios universitarios. Se graduó y fue muy emocionante acompañarla. Después, nos dimos cuenta de que su hermana menor, la Verónica, había abandonado el colegio en II medio y le propusimos replicar el modelo que habíamos tenido con su hermana. Le encantó la idea. Estábamos en diciembre y ella iba a partir en marzo. En febrero, nos llama su papá para contarnos que la Verónica se había suicidado. Eso nos removió el piso muy profundamente y nos llevó a pensar en reenfocar nuestra ayuda hacia un tema que, en general, es bien "espinudo". Buena parte de la gente le hace un poquito el quite por lo doloroso que es.
Empezamos a pensar en armar algo mas formal, como un camino con una estructura de ayuda a la prevención del suicido adolescente. De ahí, vino armar el directorio, que ha hecho un trabajo increíble y, luego, la conexión con un programa que se llama Radar (Red para la Atención y Derivación de Adolescentes en Riesgo). Con ellos llevamos trabajando casi tres años, primero en colegios públicos en Aysén y Puente Alto y, hace casi dos años, lo expandimos también al sector privado.
¿Cuáles son las principales áreas de acción que hoy tiene la fundación?
Hoy día nuestro foco está en salvar vidas. Tenemos un área muy fuerte en prevención del suicidio. Adicionalmente a eso, vamos a empezar a trabajar con la Fundación San José, acompañando a mujeres que quedaron embarazadas y que están sufriendo un horror, para que no tomen, ojalá, la decisión de abortar. Creemos que eso también es salvar vidas.
¿Cómo impactó el PADE en tu vida profesional?
Fue mi primera aproximación al ESE. Me llamo la atención no por la calidad de los contenidos ni por lo exigente de las evaluaciones, sino sobre todo por la riqueza de los vínculos que se podían formar acá. Yo estudié en la UC y dije 'Bueno, voy a probar algo un poco distinto'. Tengo una cercanía con la Obra, me encantan los principios con los que opera. Me dio la impresión de que había algo especial, un sello por querer hacer las cosas bien, cuidar los detalles, por el trabajo bien hecho y a la vez pasarlo bien.
¿Qué te motivó a participar del ESE 100 y cómo ha sido tu experiencia?
Ha sido buena y entretenida. En la medida en que uno más se compromete y más participa, más lo goza y más le saca el provecho. Puedes participar en el ESE 100 viniendo una vez al mes, de vez en cuando, o puedes participar en las comidas que se organizan, en las otras labores que se pueden hacer al amparo del ESE... tú decides el nivel de compromiso. Pero entre más te comprometes, más lo disfrutas.